sábado, 22 de junio de 2019

Alba Nívea

Por:Juan José Cárdenas Tamayo
Temática libre

Es de madrugada, y mientras otros piden cinco minutos más, Heraclio ya está despierto. Ha salido de su casa tras asegurarse que todo estuviese apagado, pues fuego es lo último que le falta en su frío terruño. Cerró la puerta, pero aún sigue en el pórtico, pasmado. Frente a él hay un pequeño gato blanco. Nada hay de especial en aquel gato, pero ¿qué es aquello que lo detiene, amarra sus piernas entre sí y no lo deja avanzar? De sus fuertes manos caen las llaves y su tintineo en el piso de cemento le despierta. Cierra sus ojos con la misma fuerza con que ha de horadar la tierra para ganarse el pan, como queriendo por aquel acercamiento forzoso de sus párpados eliminar al gato que está frente a él. Tras un largo parpadeo lo comprende. Se da cuenta que este frente a la belleza.
     Heraclio podría escribir páginas y páginas sobre aquel gato blanco, que sentado entre la maleza resalta sobre la noche aún salvaje que trata de imbuir aquel rincón del valle. Podría escribir sobre que él mismo es ese gato, sentado en la naturaleza, impávido frente al mundo que pasa rápidamente. Podría escribir sobre esa naturaleza que es invadida por el concreto. Podría escribir sobre la victoria del concreto, de cómo los arrabales de la ciudad están cada vez más cerca de las pequeñas fincas y  de cómo ese avance mortífero le ahoga. Podría escribir de ese ahogo, que como el más pesado de los yugos debe cargar y aguantar en silencio. Podría escribir sobre el hogar que él mismo construyó con sus vigorosas manos, ya tocadas por las arrugas. Podría escribir de las arrugas de su madre, que nunca pidió cinco minutos más, ni siquiera a la hora de morir. Podría escribir sobre la muerte, sobre ese umbral sombrío que se cierne sobre los hombres, pero que antes de asirlos y cantar victoria, los seduce brevemente con susurros al oído, les dice que son bellos como aquel gato bajo la luz de una farola. Podría escribir sobre la farola, única guía en esa oscuridad. Podría escribir sobre la oscuridad que ha estado al lado de los hombres desde que abrieron sus ojos. Podría escribir de los hombres, de su historia, de los héroes y  líderes que han dado su vida en pos del progreso. Podría escribir del progreso y pensar que en esa idea también hay un sitio para él. Podría escribir sobre todo, y aun así sabe que no podrá escribir nada, que solo existe en la voz de alguien más, que pasará frente al gato y lo olvidara todo, que la belleza está reservada para los poetas. Suspira ligeramente mientras esboza una mueca a modo de sonrisa, escupe en el suelo para disimular su congoja. Está abatido y recién comienza un día más.

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