Por: Santiago Jiménez Giraldo
Temática libre
Cuando los alienígenas aterrizaron el sol dejó de brillar para el norte.
Los extraterrestres enseñaron a los pueblos del sur a prescindir de la generosa
ayuda de los norteños. Particularmente liberadora fue la introducción de la máquina
de movimiento perpetuo.
Su funcionamiento escapaba a toda explicación, más aún cuando la posibilidad de
su existencia fue antes refutada por la ciencia terrestre. El limitado número de estos
artefactos que los amigos del espacio habían traído fue suficiente para estropear la
antigua economía. Después de todo la máquina de movimiento perpetuo era inmune
a la especulación, a la huelga, al bienestar y al malestar… simplemente se movía.
Lo que siguió fue la crisis, el hambre y la violencia retornaron imparables a las otrora
tierras de paz. Miserables botes llenos de blanquitos naufragaban en el
mediterráneo huyendo de la catástrofe mientras en el sur se discutía si sería
conveniente acoger a tantos refugiados, si acaso no traerían consigo sus
enfermedades, sus costumbres y su violencia.
Inició una nerviosa pujanza desde el norte por el acceso internacional a la máquina
de movimiento como bien de toda humanidad. Pero los amigos respondían
imperturbables que no tenían más máquinas y, enigmáticamente, que “en todo caso
no las habían hecho para los miserables". Parecía una alusión a aquella famosa
frase de la industria farmacéutica.
El desespero apuró un trágico desenlace. La comisión del norte optó por secuestrar
a los tres jefes alienígenas presentes en una comisión de crisis. Con los rehenes
creían poder negociar una repartición equitativa de las máquinas. Contra todo
pronóstico los amigos aceptaron redistribuir los aparatos, pero el mundo contó con
tan mala suerte que durante el intercambio uno de los jefes alienígenas murió
asesinado a manos de la fracción fanática anti-extraterrestre.
Y aunque se temió lo peor los amigos respetaron el pacto… y se fueron.
***
Cuando el antiguo equilibrio parecía en camino de regreso, cuando de nuevo eran
los negritos quienes naufragaban huyendo de la miseria, cuando la geografía de la
pobreza se restablecía, entonces llovió sobre la tierra el implacable fuego vengador
de los amigos del espacio.
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