lunes, 17 de junio de 2019

Mi vida en la vida de una mujer

Por:Daniel Jose Quintero Ramirez
Temática libre


Ashly estaba allí, donde ella se sentía a cada mañana tan bien, pensado en su futuro, divagando
entre todas las posibilidades que tenía, si iría a la universidad a clases de básicas o se quedaba en
casa haciendo mucho o nada, solo dormir. Todos los días se levantaba preguntándose qué haría,
valdría la pena todo el sacrificio, ver a tantas personas estresadas por los parciales, ¿sí o no? Era
posible ver en el espejo siempre una sonrisa, que no apareciera solo cuando las cosas salieran bien
sino que estuviera allí siempre, incluso en esos días de estrés, incluso luego de llorar, incluso luego
de pensar si se bajaba en San Antonio o seguía hasta Niquía. Jamás pudo hacerlo, supone que lo
haría para olvidarse un poco de las cosas, de sus vagos pensamientos.
¿Es posible lograr ese estado de total plenitud, donde lo único que importa son los sueños? En todo
pensaba y luego de eso volvía a la realidad. Sus preguntas cada día se hacian más interesantes,
más personales, más efocadas al propósito de nuestras vidas, quería vivir a plenitud; no me aburría
cuando hablaba con Ashly.
Un día me contó sobre esos momentos en los que estaba esa sonrisa que tanto quería conservar,
aunque era muy frecuente estar así para ella y extraña la sensacion de paz que sentía; nunca podía
lograr que eso proviniera de ella, todo lo generaba un estímulo experior, desde una hermosa
carcajada hasta la más dolosa lagrima; Me contó que sus clases de básicas eran las mejores y las
peores, una combinación curiosa en su vida, así como la del queso y bocadillo; esa parte dulce,
grandiosa y satisfactoria la encontraba en esa clase, su gran amor eran las matemáticas y su mejor
pasatiempo era aprender; pero no todo era magia en la vida de Ashly, cuando terminaba ciertas
clases salía motivada pero destrozada, en esos momentos comprendía a la perfección aquella frase
que a un sabio, en un momento de éxtasis, por designio de los dioses del conocimiento y por destino
o casualidad se le ocurrió: <<Solo sé que nada sé>> Amaba sentirse una bestia en proceso de
educación, amaba descubrir aquello en lo que no era buena, aquello que le decía: no eres perfecta,
por eso estudias. Cada falencia que encontraba en su ser le ayudaba a conocerse mejor, a amarse
mejor y aunque suene contradictorio, encontrar sus imperfecciones la hacía sentirse cada día más
perfecta.
Aprender para ella era un mundo de curiosidad, un hermoso camino de sabiduría, Ashly amaba
hacerse preguntas que la pusieran a prueba, no sé si encontraba las respuestas, amaba dejarme
pensativo a mí también.
Ashly ya está en su cuarta matricula, persiguiendo sus sueños, haciéndolos realidad y encontrando
las respuestas a las preguntas que se hacía cuando estaba aquella mañana tan fría dejando volar su
mente. Solo me dijo una de sus respuestas: sí, es posible ser feliz, ver esa sonrisa en el espejo, no
todas las veces, pero sí la mayoría y, ¿sabes una cosa?, lo único que necesitas para que esa
sonrisa no se borre de tu rostro es perseguir todos los días lo que quieres, hacer lo que más te
gusta, nada más.
Hace poco Ashly me hizo una confesión: soy la vocecita que está en tu interior, esa que te dice tú
puedes, y Ashly soy yo, tú y todos los que quieran hacer sus sueños realidad.

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