Temática libre
El hedor, conocido y agradable a su olfato, lo despertó. Florentino se levantó suavemente dada la confusión que lo embriagaba, todavía adormilado inspeccionó con timidez su alrededor; recordaba haberse quedado dormido sobre una fina y delicada capa de basura en el centro de la ciudad ¡Sí, sí!, tenía bien presente en su memoria el calor horrorizarte del asfalto al mediodía, los edificios mugrientos, las calles atestadas y los rostros malhumorados e indiferentes de la urbe. Ahora, por el contrario, la alfombra sobre la que se había recostado para tomar su habitual siesta tras el banquete del almuerzo, que tan generosamente ella le proporcionaba siempre, parecía extenderse hasta la inmensidad.
—No hay duda, se dijo, y exclamó
sonriente y complacido: ¡he muerto y se me ha dado el paraíso! Florentino se
tendió una vez más sobre la basura y volvió a dormir encima de su amada colcha
de humanos desperdicios.
Entre tanto, en la ciudad, los rumores
que se difunden a prisa empezaban a suscitar entre vecinos del sector, mirones
accidentales y curiosos que escuchaban de paso, la duda por la suerte del
mendigo que, tras negarse a despertar, había sido remolcado por el camión de la
basura.
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