miércoles, 29 de mayo de 2019

ERA ELLA

Por: Gabriel Jaime Castaño Uribe
Temática Libre

Pensaba que era el momento, y efectivamente así era, llegó ella y no se veía como
todos decían, de rostro cadavérico y ropa oscura, todo lo contrario, su cara era el
reflejo de la paz que se necesitaba y su ropa exhibía la gala que se requería para la
ocasión. Solo un cordial abrazo bastó para lograr su cometido y un último suspiro
se escuchó en la habitación.

GJCU

jueves, 23 de mayo de 2019

Todo lo que pasa en un pasillo


Por: Jennifer Corredor Bedoya 
Seudónimo: Selva
Temática libre

¿Cómo se llega a ser pasillo o corredor? Quizá, Guillermina no sabía todo lo que esa compra albergaba. Comprar un lote que se volvería casa, una casa con un pasillo o corredor, como el apellido de la familia que viviría muchos años allí.
Oscuro, húmedo y ocre… un pasillo que se traga historias; un cáncer de mama, y de mamá, de Guillermina; un pasillo-patio para jugar al muñequero tres hermanitos; un pasillo como un camino infinito en la borrachera, un corredor de sexo, un escondite de drogas verdes y de sildenafil, un pasillo-bus para Sara y Marina.
Un corredor que ha sido agua y pantano, un pasillo con un farol, que se aclara y se amplía con el tiempo. Un pasillo por el que pasan vidas, por el que paso yo.

EL DIOS DE LA MELANCOLÍA


Por: Luis David Libreros Ponce
Temática Libre

El secreto está en los sueños. La mente humana es un algoritmo complejo, asimismo, nunca se detiene, incluso cuando la sección corpórea de nosotros esté descasando. ¿Cuál es esa clave? Sí, el cerebro. Pasé muchos años intentando dilucidar este concepto y, luego de un tiempo intentando separar el cuerpo de la mente, capté una división natural y consuetudinaria. Cuando un ser humano duerme, su mente aparenta ir a otra dimensión y revelar cosas, frecuentemente, muy vívidas de otros universos. Se especula mucho sobre este fenómeno, investigadores sobre el tema aseguran que es la manera de expresar cómo se siente el cuerpo, quizá por medio de un código, otros alaban que es algo creado por nuestro cerebro ya que nunca descansa; aun cuando es fascinante, no es así. Soy el Dr. Quimera, y encontré la razón de aquellas locas escenas llamadas sueños. Luego de mis experimentos, diseñados hacia mí, no quería dañar ninguna forma de vida, parece ser que ellos son un portal hacia la mente, no son precisamente del cuerpo, estamos ante algo perfecto. Sobrellevó cuantiosos  años de investigación intentar encontrar esos portales, puede decirse que son similares a las chacras, pero es mucho más complejo. Antes de poder encontrar y ascender por ellos, debes enfrentarte contra lo que te dictamina a ti y te hace un ser imperfecto. El primer portal demandaba el sentimiento “ira”, luego de enfrentarla y ascender, sentí que aquel sentimiento fue borrado de mi conciencia, no podía sentir más aquella emoción, ¿Era eso malo? Aún con el mal gusto, proseguí, era el trabajo de mi vida. Así, abrí la siguiente puerta, el miedo. Esta fue concretamente difícil porque, sí, cuando logré sentir como mi conciencia, sobrellevada al límite, llegaba al fin del sueño, jamás volví a sentir miedo. Al entrar al tercero, pude deducir que era el apego, logré superar el sueño con suma dificultad y allí, delante de mis ojos, el último portal me miraba. No era precisamente un portal, era mi hija, ella era el canal que me conduciría a un ser humano perfecto que puede entenderse completamente y estar por encima de todo, así como un Dios. La última puerta era el amor. Sabía exactamente cuáles eran las pruebas porque distinguía el tema del sueño y cuál era el sentimiento a alcanzar;  así como el miedo, era un sueño con mis pesadillas más terribles y grotescas; el de la ira, saber que mi familia me había abandonado y sí, mi trabajo me consumió tanto que acabó con mis relaciones y de manera análoga conmigo; el apego, mi primera hija que murió en un accidente de tránsito y no podía abandonar su recuerdo. En aquel sueño, tuve que despedazar la última carta que me había escrito, nunca la pude leer por mis investigaciones. Y el amor, debía superarlo. Avizorando a mi hija, creada por mi mente, concluí que después de todo lo que he perdido, no hay nada más, no hago parte de la humanidad ahora, por mis experimentos dejé una familia que me amaba, y descuidé a mi hija, hoy día fallecida en aquel accidente, y deduje que, para activar el portal, debía superar el hecho que destruí  todo lo que alguna vez amé por un conocimiento infinito y abandonar, para siempre, mi parte somática. Al llegar a este plano corroboré mis investigaciones, no son mentes específicas para cada ser vivo, somos solo una mente de proporciones infinitas que ahora dirijo. Y aquí escribo mi primera y última carta, desde los confines de la mente, ahora soy el Dios que gobierna cada partícula de sentimiento y razón que maneja cada ser vivo; aun cuando, siendo un Dios, no logro regir un sentimiento a su totalidad, supongo que nunca logré superar esa emoción.

El error


Por: Andrés Felipe Toro Alzate
Temática libre

¡Qué falta de inventiva¡ ¡qué poca autenticidad ¡ ¿No le parece a usted querido profesor? La creatividad, supongo yo, es un privilegio de los hombres de antaño. Y es que hay que ver  como la juventud despilfarra su tiempo en insanas y vacuas conversaciones, cuando lo que deberían de estar haciendo es poner a prueba su intelecto, su creatividad.  ¡Crear algo nuevo por Dios ¡  Siendo muy sincero con usted querido profesor, tengo que decirle que por ningún motivo pienso seguir leyendo esto.  

El profesor  lo miró y sonrió de lado. Luego se arrellano en el sofá en donde estaba sentado, cambió la pierna con la cual hacia carrizo y pausadamente dijo a su interlocutor.

Hombre, hombre….mi querido amigo. Eso que tiene usted entre sus manos no es un trabajo de mis alumnos que hay que calificar. Es un recuento de su vida….una biografía que sacó el periódico matinal y que yo me tome el trabajo de imprimir para mostrárselo.

Ambos hombres se miraron. El profesor levanto la copa que llevaba entres sus manos y luego, brindó.

Un brindis …salud por el gran error.

EL TIEMPO VA


Por: José Guio
Temática libre

¿Por dónde comenzar? Quizá sea importante mencionar la “constricción” que aquel lugar empezó a ejercer sobre sus mente, lo que acortaría lentamente el aire de aquel ensombrecido y pequeño espacio; con la hiperventilación propia de este tipo de situaciones, vería como los colores comenzarían a disociarse y desfallecer sobre la superficie de unos muros “entelarañados”, que parecían empezar a emular las condiciones propias de un abandono “in crescente”. Sus ojos, que ya parpadeaban con algo más que cansancio, producto del encuentro de los años, dejaban entrever experiencias acumuladas, que surgían intermitentemente en una memoria saturada y confusa. Según lo recordaba, podía recorrer con su mirada cada lugar de aquella pequeña ciudad; pero aquel día, al acercarse e intentar fugar su mirada por entre aquel vano desportillado, que empezó a desprender con irreversibilidad el marco de su ventana, solo lograría observar, con algo de novedad y perplejidad, los límites de una insoportable contención. Con cierta fantasmagoría, vería difuminar al otro lado del vidrio el horizonte, filtrado por cientos de miles de gotas de lluvia que aquella tarde bombardearon con inclemencia la franqueza de unas fachadas ya en desuso, lavando quizá las culpas propias de una “corroyente” pobreza, que se dieron al encuentro para conformar “caudalosos arroyos” que recorrerían el estriado y oscuro asfalto de una calle tumultuosamente vacía, la misma por la que solía pasear cada mañana con sus esparteñas doblemente anudadas, hoy desgastadas por el tiempo.

¿Ser Bueno o malo? Solo vive.


Por:Juan Diego Velez Puerta 
Temática Libre


No sé si esto fue real, pero esta historia les he de contar. Mientras despertaba acostado sobre una acolchada nube y ambientado por stairway to heaven de led zeppelin, era una buena forma de iniciar el día; No había terminado de abrir los ojos cuando la música fue interrumpida por unas ensordecedoras alarmas y arcángeles divinos que volaban a mi encuentro.

No tardó mucho en aparecer el señor que controlaba el ingreso a este lugar, era un hombre viejo, barbado, con un vestido blanco que cubría todo su cuerpo y en él una inscripción que decía “san Pedro”. “Caballero, revisando sus antecedentes, me veo obligado a negarle el ingreso al paraíso, ya que usted cuenta con un elevado grado de lujuria y no podemos arriesgarnos a quedarnos sin vírgenes en el cielo”, exclamo el viejo mientras se abría el suelo e iniciaba mi caída hacia el infierno, sacudiendo mi cabeza y emulando una guitarra con mis manos  ambientado con la canción highway to hell de AC / DC.

Al llegar a este lugar fui recibido por un hombre de aspecto sombrío que reflejaba una arcana maldad, era el príncipe de las tinieblas Lucifer. Quien me recibió con gran entusiasmo, ansioso de tener mi alma penando desconsolada en este reino. Me miro a los ojos y dijo con tono fuerte “he revisado su historial de pecados y he podido observar que su alma aún no está condenada al fuego eterno”. A lo cual enfurecido el hombre, me dio una patada en el trasero mientras gritaba “¡devuélvase y decídase!”, enviándome de nuevo a la vida.   

Te odio


Por: Cristian Alberto Cortés Zárate (CACZ)
Temática libre

Corto, sustancioso y mortal podría ser lo que te voy a contar.

Sin embargo, no te alcanzas a imaginar cuanto te odio, mi odio hacia ti es, mayor que el de los judíos hacia los nazis, que el de los japoneses a las bombas atómicas, que el de los amalequitas hacia los israelitas. Pero mi odio no es infundado, es el triste reflejo de lo que sufrí por ti, no sabes cuanto odio ahora cada una de tus sonrisas nerviosas cuando me quedaba contemplándote, cada uno de tus abrazos fuertes con los que me consolabas, cada uno de tus besos apasionados con los que mis hormonas se alborotaban y todo porque no fuiste capaz de ser sincera, dime que te costaba abrirte al único hombre que te amo. Hasta que llegamos al punto de que nunca supe si esto era una relación o un juego, me hice ilusiones como cual bohemio enamorado, me obsesione contigo como un niño con un juguete nuevo, me entregue a ti como un sacerdote al servicio de Dios. No sabes que es crearte ese sentido de necesidad y a la hora de buscarte solo recordar esas palabras vacías que pronunciabas, no sabes que siente llegar a casa y sentirte confundido y agobiado por no entenderte y solo empiezo a culpabilizarme, mucho menos sabes que se siente llorar porque una penumbra de inseguridades se posa sobre tu espalda reclamando con poderío una decisión clara de que me sucede contigo. Cuantas veces no te entregue todo de mí, cuantas veces no luche por estar junto a ti, cuantas veces deje mis emociones a un lado por consolarte, cuantas veces no mande todo al carajo por complacerte un capricho, pero sobre todo dime cuantas veces no tatué en tu alma la magia que experimentaba al verte. Sin embargo, con una excusa absurda te fuiste de mi vida, botando a la basura tantos años de amor puro y sincero, por irte detrás de alguien más joven y adinerado, que lástima que aquella promesa de niños no la hayas sabido mantener y eso que te la dabas de la de perfecta moral en la relación, pero mas lastima me da haber sido tan ingenuo y haber seguido creyendo en ti. Hoy a mis 61 años postrado en esta cama a poco tiempo de morir, escribiendo esta carta en tu honor por fin he podido desahogar tantos años de silencios, llantos, amarguras y achaques, te daría las gracias por todo, pero no te guardo mas que un sincero odio y resentimiento. Sin embargo y aunque se que esto va a contradecir todo lo que ya escupí, en poco tiempo cuando pase a mejor vida te volveré a ver y como aquel niño en navidad a punto de desatapar sus regalos me emocionare tanto que todo ese odio se borrara, perdonare tantos años de olvido y me volveré a enamorar de ti como aquel día que te vi cruzando hacia la biblioteca, con ese esplendido cabello hasta la mitad de tu espalda, con esa silueta que me enloquecía, con esos ojos que penetraban lo mas profundo de mi alma, pero sobre todo aquel momento en que cruzamos miradas y me dijiste “hola, mucho gusto…”, para serte sincero no entendí tu nombre, en mi mente solo escuche “hola, mucho gusto soy el amor de tu vida”, porque existe una sencilla razón que nunca podre olvidar y es que a pesar del dolor, el amor siempre me causara mayor inspiración. Adiós…  

CAMBIO DE ACTITUD


Por: Leodán Andrés Otaya Burbano
Temática Libre

Él siempre vivía molesto por todo, si los vecinos hacían ruido, si le tiraban basura en frente de su casa, si llegaban visitas al hogar, si colocaban música a volúmenes exagerados, si no colaboraban con el aseo, si no se preocupaban por las responsabilidades cotidianas, si no le ponían atención a los problemas del día a día, si no le servían la comida a la hora indicada, si le tocaban sus pertenencias, si desorganizaban lo que él había puesto en su lugar, en fin, se molestaba por todo lo que no le gustaba que los demás hicieran, por ello vivía amargado permanentemente, con problemas de salud, viendo la vida de manera negativa, en un ambiente pesado y deprimente. Pero un día mientras navegaba en la Internet, leyó dos frases que le cambiarían su forma de pensar, éstas decían: “La gente no te hace cosas para afectarte, ellas proceden así y tú decides si te afectan o no”, y la otra decía: “Si algo te molesta quítale el poder que tiene sobre ti: tu atención”, y al analizarlas, al ponerlas en práctica en su vida diaria, comprendió que esas frases tenían toda la razón, todo dependía de su actitud frente a las cosas que lo ponían de mal humor, que viéndolas desde otro punto de vista y cambiando su apreciación se podía lidiar con ellas y vivir alegre y relajado. Y así con el pasar de los días su actitud frente a las molestias anteriores cambió radicalmente, ya se tomaba las cosas con calma, con tranquilidad, simplemente dejaba que ocurrieran y las sorteaba con actitud positiva, como dice el Chavo del ocho las tomaba por el lado amable. Con ello mejoró su estado de salud, se lo veía alegre y relajado, y por ende veía la vida de otra manera. El mundo oscuro y estresante en el que vivía ahora era un mundo lleno de paz y de luz.

Verborrea


Por: Juan Sebastian Espinosa Uribe

Temática libre

Ya llevaba un buen tiempo sin que se le ocurriera una buena idea. Hacía tres semanas que Edgar había cogido el bolígrafo por última vez únicamente para escribir algunas mediocres páginas que terminaron en la papelera.

Tras un breve periodo de fama, el pobre Edgar buscaba retomar aquella luminaria que lo aventajó de la simple humanidad por un instante pero que ahora, extinguida, no hacía más que infundirle el miedo al fracaso. De su pluma no salían más que simples garabatos sin cohesión ni alma y sus manos, ya pesadas por la falta de ejercicio literario riguroso, comenzaban a sentirse como abollonadas bolsas de pudin.

Recordaba Edgar sus mejores días cuando sus manos fuertes traspasaban al papel historias con asombrosa convicción que tenían mensajes tan precisos que se sentían como un disparo de un francotirador en la psique del lector.  Con su pulso firme y hermosa caligrafía jugaba a ser Dios al crear paisajes míticos poblados por personajes detalladamente reales dotados con almas complejas. Pero ahora sus manos fofas no reproducían más que deformes bastardos y a medida que las paginas se llenaban con pútridas letras, sus brazos se hinchaban lentamente. 

Aferrado a su arte, escribió y escribió hasta que su pulgar y su índice no pudieron sostener más el bolígrafo. La hinchazón había convertido sus dedos en regordetas salchichas y su antebrazo parecía más un grueso jamón. Su espíritu se quebró al notar que su don se había perdido y al verse a sí mismo convertido en un adefesio, derramo sus lágrimas sobre la tinta y el papel.

Alguna vez vio en aquellas páginas una promesa de grandeza, pero ahora la tinta corrida por sus lágrimas creaba formas burlescas y maliciosas. Aquellas letras demoniacas merecían su odio, merecían su ira y su deseo de venganza por haberlo convertido en un Ícaro.

Pero ya no permitiría burlas, él no sería el bufón de las musas, el arte podía irse a la mierda. Con un esfuerzo hercúleo logró coger el bolígrafo entre las palmas de sus manos y con las fuerzas que le quedaban apuñaló con furia aquellas páginas infernales.

Sus brazos explotaron con la fuerza del Armagedón, emitiendo una onda expansiva que abarcó kilómetros. Ante tal sobresalto, los preocupados vecinos de Edgar irrumpieron en la casa y lo encontraron en su estudio, desangrándose por los muñones que le quedaban por brazos, rodeado del más apestoso pus de verborrea, de larvas de poesía y cucarachas de cuento.

El metro




Por: David Bedoya Taborda
Temática libre

Era una hora cualquiera de un día cualquiera. El vagón estaba lleno, pero no había ruido o movimiento. La gran mayoría estaba absorta en sus preocupaciones y la minoría restante se limitaba a dormitar. Hacía mucho calor y el aire se sentía pesado, rayos del sol traspasaban las ventanas de los costados y configuraban un ambiente aletargado y pesaroso. Los segundos se sentían como minutos y los minutos se sentían como horas.

La estrepitosa alarma sonó indicando el final de algunos viajes y se abrieron las puertas bruscamente, una brisa de aire entró y con empujones y jadeos unas cuantas personas salieron. Luego se cerraron nuevamente las puertas y todo quedó igual que como antes.

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