miércoles, 26 de junio de 2019

PRESENTACIÓN


 VII CONCURSO DE CUENTO CORTO U.N. EN LA WEB. 2019.

La equidad proviene del latin aequitas y hace referencia a los valores de igualdad o justicia. La posibilidad de escribir nuestras historias reales o ficticias, al redactar lo que sentimos podemos decir que entramos a una dimensión donde todos somos iguales, porque frente a una hoja en blanco todos tenemos las mismas oportunidades de imaginar, de ser, de estar o de crear...

La creatividad viene del verbo en latín creare e indiscutiblemente se puede equiparar con la palabra “engendrar” y es que cada historia escrita a nuestro puño y letra, por más larga o corta que sea, lleva consigo nuestro adn, nuestra visión y reflejo del mundo, mundo caótico o pacífico, con sus civilizaciones, sus creencias y su cultura…

Cultura que es tan individual como colectiva, palabra que viene del  origen latín cultus y significa cultivo. Imaginemos que leer es sembrar palabras en nuestro espacioso campo cerebral y con cada palabra que reconocemos y aprendemos,  adquirimos increíbles conocimiento, así llegamos a narrar nuestras historias y experiencias de vida, dándole al mundo literario una bella cosecha de ideas nuevas.

La Eterna Primavera

Por: Karol Raigoso Martínez
Temática libre

Nayik  viva en Acraa, pese a que pocos alguna vez hubieran oído de este lugar muchos dependían de él, aunque sus ciudadanos desconocían esto,  otros  lo aprovechaban abruptamente,  debido a sus invaluables recursos energéticos. Despertarse con los intensos rayos solares era algo a lo que había estado acostumbrado   y una de las cosas que más apreciaba, pero vislumbrarlos con la misma claridad con la que  siempre lo   había hecho era cada vez más complicado. Aquel verdor de las  montañas estaba siendo reemplazado sutilmente por tonos grisáceos que más que un lugar encaminado hacia la industrialización reflejaban la codicia y poco respeto de las grandes compañías. Nayik despreciaba la manera como personas tan ajenas explotaban la naturaleza; y  pese a que nunca había salido de  allí, siempre  había imaginado que tal  vez podía existir otro lugar en el que pudiera  ver tal verdor.

Una imponente montaña  y un letrero suscitando ‘‘Jardín’’ sobre esta era lo único que Nayik veía, este no era como aquellos que solía ver con enormes tubos de metal, estaba hecho de flores. Anonadado se levanto, detrás una multitud se acercaba apresuradamente. Así que se refugió bajo una enorme roca que encontró, esperó que cruzaran y de inmediato emprendió la huida. Tan solo tenía un vago recuerdo de estar parado frente a una de esas enormes máquinas  y un barco detrás, pero esto había ocurrido hacia algún tiempo, no solo no recordaba un día, sentía como si hubiese sido una semana entera. De repente alguien chocó contra él, era otro pequeño , tenía una ruana  y algo  blanco que cubría su boca y nariz .El  le ofreció un poco de agua ,  habían  pasado varios días , su piel  era muestra de ello, de inmediato la bebió , pero pudo notar cuán difícil era respirar allí  pese a la cantidad de  montañas árboles y plantas,  el aire estaba lleno de polvo y el cielo se veía gris. Ambos empezaron a correr, y el  le dijo que la ciudad estaba siendo evacuada debido al aire y le dio algo para que se cubriera. Nayik no entendía como un lugar tan bello a la vez era tan tóxico. El chico sacó un volante,  debían evacuar la ciudad; Nayik lo observó y vio que en la parte de abajo había un espacio en blanco, allí se colocaba una sugerencia respecto al aire. La ciudad estaba en caos, gente corriendo y alarmas incesantes sonaban a lo lejos. En tanto Nayik tomó  una pequeña piedra y burdamente dibujó una montaña, era hermosa pero en el centro había un gran hueco, él señalaba con insistencia el papel de chico. Esa era una de las formas que usaban en Acraa para extraer los recursos naturales. Él le dio un lápiz, Nayik lo dibujó pero una  brisa desprendió el papel de sus manos, ambos corrieron y cuando  lo iban a levantar un policía se agacho, lo recogió lo observo y se retiró. Todos evacuaron la  ciudad; El futuro de esta era incierto pero al cabo de una semana se dio la orden de volver,  con temor fueron acercándose  y una enorme montaña con varios huecos a través de ella se imponía, era el dibujo de Nayik frente a ellos, el se veía triste, no era como quería ver una vez más maltratada la naturaleza, pero alzó la mirada y el cielo ya no era gris, con  temor lo ciudadanos se quitaban lo que cubría su rostro. Fue así como el pequeño utilizó eso que aborrecía tanto, para hacer de allí el lugar que es en la actualidad: ‘‘La ciudad de la eterna primavera’’.



SIN TIMÓN Y EN EL DELIRIO


Por: Theyder García
Temática libre

El niño corre descalzo por los pasillos a medianoche temeroso de sí mismo. El exceso de fantasía le juega a veces un doble juego incomprensible. Siente desbocado su corazón que supera el compás marcado por el reloj y el búho a su lado le devuelve la mirada con un brillo artificial que resulta real y cortante ante el asombro del pequeño soñador.

Un relámpago estalla y su luz ilumina parcialmente la estancia a través de los cristales y el niño contempla lo ilusorio de las figuras a su alrededor. Retoma su marcha y sigue corriendo hasta que el límite de su ensueño aparece bajo el manto del inminente amanecer. Se detiene, y no escucha su corazón latir, sino su frágil mente razonar. Comprende, que empieza a depender únicamente de su interpretación de los estímulos que recibe, el mundo, su mundo ¿avasallándolo? El intento de seguir corriendo es frustrado por la creciente sensación de estar de nuevo en el inicio del pasillo.

Un pesebre en la intemperie es testigo con todas sus luces, del primer y único beso del niño. Pero también duda de todo eso. Alguna certeza habrá entre tanto caos. Aburrido intenta regresar a la ignorancia primigenia pero es incapaz. Una vez que ha iniciado a correr no hay vuelta atrás. No se puede suprimir esa inquietud de querer tener certezas.

El buscador ha experimentado todos los límites, y continúa con la pulsión de siempre. Se sienta y bebe con los dioses de etéreas fuentes. Siente como todo el miedo deja paso a la serenidad total. La armonía y la gracia van de su mano prendadas.

La realidad es su voluntad y los hechos son sus pensamientos. Luego llega incrementado un llamado cálido pero firme de Afuera. El miedo ya no es una reacción en él, pero la inquietud se expande y desea responder. Más allá de sí, intuye la llegada de una certeza. El llamado del Otro es respondido y al vislumbrarlo descubre su imagen, que lo mira desde allá.

martes, 25 de junio de 2019

La servidumbre

Por: Leonardo Zapata
Taller de escritura creativa

Medellín, 23 de abril de 2019.
Hermano, mi abuela me decía que su abuelo trabajaba como una mula y que yo debía
dar gracias a Dios por lo que tenía, pues él camellaba tres veces más de lo que se
camella hoy y le daban tres veces menos. A veces llegaba a mi cabeza ese
pensamiento, cuando me sentía derrotada por las hijuemadres jornadas de trabajo,
como las de los últimos días. Recordaba estas historias para darme fuerzas, cuando mi
abuela hablaba de cómo se sobreponía, decía que le tocó duro, una porquería total, me
decía que la hacían levantarse de madrugada a lavar platos y a brillar pisos. Lo curioso
es que ahora que no veo diferencia, me tocó lo mismo, lo mismo que al abuelo de la
abuela y a toda esta desgraciada familia; no debí sentirme agradecida por trabajar.
Mi vida constaba de levantarme todos los días a las 4 de la mañana, y esperar a que mi
patrón me pusiera a hacer cualquier cosa. A veces, desde esa hora se me daban
órdenes; desde esa hora mi columna se encorvaba durante todo el día. Parece como si
fuera un trabajo en el que entrenan personas para vivir agachadas. A mediodía,
mientras preparaba el almuerzo tenía que sacar pequeñas sobras, no tuve ni mi propio
plato, y ay donde me quedara maluca la comida. La última vez me la tiró caliente en los
pies; todavía tengo la piel roja. En la noche, ni qué decir: siempre me acosté tarde, unas
noches fueron más largas que otras, esperando satisfacer al patrón y sus necesidades
extrañas, de lo que no quiero hablar, pues las marcas en mi cuerpo ya me lo recuerdan
siempre. Hace unos días me puse mal. Estaba limpiando las cosas inútiles que tenía el
patrón en casa, una colección de cucharas. Vaya idiota. Resulta que, para no hacer
daños y ser cuidadosa, terminé tropezando. Creo que tengo una costilla rota. No le dije
nada al patrón. La última vez, cuando me enfermé de gripa, me curé en un día, a la
fuerza. Yo misma tuve que sobreponerme, no quería otra cicatriz de su correa.
¿Hace cuánto que se acabaron los esclavos? ¡Mentira! Una mierda. Solo tengo un día
libre, como los esclavos de los que nos hablaba la abuela, como toda nuestra antigua
familia. Discúlpame, no quiero incomodar, pero, no tengo a nadie más a quién acudir.
Hermano, te envío esta carta, pidiendo ayuda y recordando las historias de nuestra
abuela. ¿No nos decía ella que su abuelo luchó por el fin de la esclavitud? Hermano,
ayúdame, no aguanté más. Necesito un abogado.
Atentamente, tu hermana, María Francisca.


Drama de viejas

Por:Valentina Rodríguez Fernández
Taller de escritura creativa

“Ya Melissa se está yendo a los límites de lo enfermo”. “Y yo creo que este drama de viejas lo estás llevando al extremo”. Los novios siempre suavizan esas cosas, y en especial Andrés.  “No es drama de viejas, de verdad que estoy preocupada por todo lo que ella me ha copiado. El pelo, con color y corte, las gafas, la forma como se toma las fotos... Es absurdo. Se está obsesionado conmigo”. “Vos te estás imaginando todo eso”. “¿Te viste El talentoso señor Ripley? Tom Ripley se obsesiona con un chico llamado Dickie. Se mete tanto en su vida y lo empieza a copiar en todo, hasta el punto de reemplazar al Dickie original”. “Ahora la que está llevando el asunto a lo enfermo eres tú. Deja de ver tantas películas”. “Pero de verdad asusta, ¿no? Yo a ella no la veo desde hace seis años, seis años”. Era verdad. Melissa y Susana fueron compañeras en el colegio, hasta que, en décimo, Melissa tomó otros rumbos y su familia decidió irse a vivir a Perú. Tras varios años de no haber sabido de la otra, llegó al país con un curioso aspecto, casi como si se hubiera visto en otra persona. Susana era modelo. Su vida se compartía en Internet con cierta regularidad, por lo que ya había sido víctima de algunas bromas un tanto infantiles; nada grave, hasta ahora. “El tatuaje que me hice hace como dos semanas, al que me llevaste al estudio”. “Sí, del que no dejas de hablar y no haces sino contar su historia en Instagram y todo lo que significa para ti. De verdad que a veces eres muy intensa”. “Sí, pero ese es otro tema. Al parecer a Melissa se le murió su abuela en las mismas condiciones y le decía igual que yo a la mía. Se hizo el mismo maldito tatuaje. Subió una foto hace como doce horas”. “Es una coincidencia”. “¿Esto te parece una coincidencia?”. Andrés miró ambos antebrazos. El de la pantalla aún tenía ese hilo rojo que acompaña un tatuaje recién hecho. El de Susana ya estaba cerca de sanar completamente. Eran el mismo tatuaje. “¿Hace cuánto dices que no la ves?”. “No le hablo hace más de seis años. Solo un par de veces por chat, y eso porque me respondió historias diciendo que soy hermosa y un modelo a seguir. ¡Ah! Y hace unos días la vi en el metro, no más”. “Pues sí es muy raro. Que no sea que uno de estos días nos veamos y ya no seas tú, sino Melissa reemplazándote”. Susana se fue por la burla de Andrés. Ese drama de viejas de verdad la tenía asustada. No se vieron por una semana. “¿Por qué no me contestas? Espero que no estés brava conmigo por eso…”. Los mensajes llegaban a un celular inactivo por casi una semana, algo extraño para Susana, con su activa vida en redes. “Oye, respóndeme, veámonos este viernes en el café de siempre, a las 4…”. Un seco “Ok” fue la respuesta. Susana no contestaba así a menos que algo la molestara. El viernes a las cuatro, Andrés se sentó en la mesa más cercana a la ventana, la que la pareja acostumbraba a ocupar. Una rubia entró un poco perdida. “Aquí, Susi. Donde siempre”. Le hizo gestos con la mano para que la chica lo viera, como si no supiera a dónde iba. “Pensé que no ibas a llegar…”. Un pequeño silencio se produjo mientras Andrés pensaba, porque esa chica no era su novia, pero se parecía tanto. Seguro la había visto en otro lado. Pero el tatuaje de su brazo era el mismo… “¿Melissa?”. “¿Cómo que Melissa? Ella ya no existe. Soy Susana, tu novia.”

La presencia

Por:Catalina Carrillo
Taller de escritura creativa

Ella llegó a su cuarto para hacerle compañía a los ratones y cucarachas. A dormirse en la humedad que cubre sus cobijas y ropas. Siempre a la expectativa del no querer ser. Encerrada en el tiempo. Siempre intimidada.
Ella salía con sus amigos y le preguntaba:
  —​¿Cómo te fue?
 —​Sola.
 —​¿Qué?
—​Soledad.
Me decía con su aliento fuerte de ron.
Tuve la certeza de que siempre me respondía en su contrariedad.
 Dejaba morir las flores, pero nunca la maleza. Decía que se morían porque les sonreía y después agonizaban. Ella sólo sonríe, con sus colmillos montados y labios pálidos.
Casi todos los días me susurraba cosas que la hacían pesimista, como si la tristeza fuera solo de ella. Y a veces sentía que era la persona más satisfecha del mundo.
 —​El placer es efímero, el conocimiento te deprime, la naturaleza es la única tumba… el cielo existe pero a nadie le importa si no está, el cielo cambia pero a nadie le importa, sólo les parece bello. A nadie le importa porque si, existe nosotros existimos. Esa vez, tuve la certeza de que también era redundante. Mientras se arrancaba pelo a pelo la horquilla de su cabello.
—​¿Qué es redención?
—​Lo que no hallo.
Nunca me ayuda en mis tareas, ella era egoísta. Con su ceño fruncido todo el tiempo y sus cejas delgadas.
 A medida que yo crecía, ella decrecía, en la silla de su cuarto. La veía y cada vez su cabeza bajaba hasta ver su espalda, vértebras y costillas, ver que estas también bajaran.
Me imaginé lo que pasó:
Marcha agresiva, mirada hacia abajo, frenesí en los recuerdos. Alza la cabeza con lágrimas cayendo, está lloviendo. Una gota entra en su párpado y acompaña a la lágrima salir. El cielo la consuela porque no puede ser como él. Ser parida por el vacío.

Se inmoló. Ya no susurra, ya no decrece y las flores crecieron.  Escogió el olvido en el cuarto deshabitado. Mi hermana se convirtió en una existencia vacía. No me queda más de otra que buscarla en el espejo.

CAFÉ HELADO

Por:Jhon Eduardo Florez Bautista
Temática libre

Me hallaba sentado en el café que solía visitar cada domingo dentro de mi matutina rutina de
descanso, deleitando mi gusto y divagando entre el exquisito aroma del café y mis volátiles ideas;
después de morder mis labios y empujar mi paladar con mi lengua para sentir las ultimas gotas de
café en mi boca, sentí un fuerte y frio viento que rozó mi espalda, ¡alguien abrió la puerta! pensé con
algo de ira, cuando observé, me intrigó un poco el comportamiento de aquel visitante, él estaba muy
nervioso y algo agitado; hizo una pausa, luego vino hacia mí, se sentó en la mesa que yo ocupaba,
me miro a los ojos y procedió a contarme la historia de aquel fatídico día:
-Aquella mañana salí muy rápido de mi hogar, tomé unas bolsas que necesitaba y detuve el taxi que
me acercaría al lugar que debía visitar, pero, minutos después…
[Suspiró]
Sentí el chillido que emiten las ruedas de un auto al frenar inesperadamente y un fuerte estruendo
justo antes de volcarse, escuché un sonido similar a cuando se desgarra la piel de alguna criatura,
un fuerte golpe me arrebató la conciencia, minutos después me hallaba tirado en el pavimento,
adolorido, identificando cierto olor a sangre, contemplando el violento suceso y escuchando el
intenso silbido que emitían mis oídos.
No podía concentrarme, no podía percibir con certeza qué estaba sucediendo ni mucho menos la
causa de éste hecho, solo recordaba el día de campo y la tarea de la cual me había hecho
responsable y que, ya no podía terminar, no lograba levantarme del suelo, escuché las sirenas,
aprecié las miradas, esas miradas de esos ojos impactados con lágrimas que denotaban la poca
comprensión sobre el hecho, escuché el llanto y los gritos de terror, giré la cabeza y lo vi, lo sentí,
logré entender que no era mi cuerpo el único al que miraban sino a la escena completa: el rio, los
lagos, ese escarlata que también representa la vida, derramado y en corriente con toda la lluvia que
bajaba por la vía.
Después noté el taxi y los músculos de la criatura desgarrados y amarrados torpemente a las puertas
del vehículo, mi corazón se aceleró abruptamente, por fin entendí los gritos, el llanto, los ojos, las
miradas, ¡el terror! pero aún no observaba mi cuerpo y no quería hacerlo, tenía miedo, estaba atónito
y, aunque había escuchado las sirenas no veía a los paramédicos, pensaba que ya había
comprendido la escena completa en mi confuso estado de contusión severa, el estrés se apoderó de
mi ser, me llené de cólera, estaba aterrado y no quería creer que la causa de mi dolor era la misma
que se exhibía por toda la escena.
Después de mucho tiempo me agobio la duda, tenía que saberlo, si era yo, si mi cuerpo se hallaba
desmembrado y que ya no tenía oportunidad, volvió la cólera, no podía creer que mi alma se alejaría
de mi ser de esa manera, no concebía la idea, pero tenía que verlo…

-Hubo una pausa, de repente todo estaba en completo silencio y cuando levanté mi mirada, el
visitante había desaparecido; yo estaba confundido, atónito, sentí que algo dentro de mi explotó,
sentí que cada uno de mis órganos quería salir disparado en distintas direcciones, sentí… sentí
deseo de correr, de huir de aquel lugar para no volver jamás, pero no podía moverme, estaba tieso
como si un gran espasmo hubiese congelado cada musculo de mi cuerpo y, un segundo después,

sentí el chillido que emiten las ruedas de un auto al frenar inesperadamente…

The color of madness

By:Mauricio Velez Espinosa
Short story
Cuento escrito en otro idioma



Manuela has black hair like jet and her white porcelain skin. Her lips are red, very red, like a ripe cherry and when she sighs she opens them slightly as if imitating a kiss, one that she did not give or that she did not receive, who knows. Many men lost their heads by those lips, and by those lips, she lost her sanity.

Manuela mixed her thick red lips with the colors of spring, in an obsession with flowers, balloons and colors. Her room was impregnated with joy, life, and her clothes were tinged with smiles and emotions. One day, for no reason, happiness was broken when at dawn she awoke. She could not stand seeing the colors and with euphoria and madness she began to scream.

The coloring drove her crazy. She started by tearing images from her wall, ripping clothes. Suddenly, she slammed the door. The silence was gray, everything was broken, except for a mirror on the wall, which she held in her hands. She looked at herself and seeing the bright red of her lips, grabbed a pair of scissors and finished with them, while she writhed on the floor, screaming, crying, sighing and wanting to remember that the deep red blood would be her downfall.

sábado, 22 de junio de 2019

Amistad imaginada

Por:Leidy Alejandra Otero Orjuela
Temática libre



Los dulces están en el último cajón del armario. Cuando sale de viaje, mamá los
pone ahí sin saber que yo lo sé. Puedo comer uno en las tardes, pero a Maurice no le
dan nada, y creo que puede morirse de hambre. Antes de despedirme, le dije a mamá
que mi nuevo amigo también quería comer uno, pero ella dice que no; que, por ser
imaginado, no tiene un estómago de verdad y no le hace falta nada, incluyendo la
comida. Ella no entiende que las personas invisibles tienen sus propias necesidades.
Como mamá no le daba dulces, él trataba de subir al armario. Yo colocaba una
silla, y encima de la silla una caja, para que se empinara en el tope de ambas, y tratara
de abrir la puerta, pero la chapa nunca cedía. Cuando no sabía qué hacer, contaba hasta
tres: uno, dos, tres; y corría a esconderse en el antejardín, con la esperanza de que yo
encontrara una forma de acceder a los dulces, pero siempre era en vano.
— Debe existir una forma de alcanzar los dulces antes de vuelva mamá —le dije.
— ¿Y si me imaginas mayor? —me preguntó.
— ¿Para qué? —le respondí yo.
— Porque si me haces más grande, voy a tener más fuerza, y podré mover las
puertas; o seré más inteligente, y sabré dónde guardan las llaves con las que
es tan fácil abrirlas.
Yo no sabía que podía imaginármelo distinto. Tenía miedo de hacerlo crecer,
porque los adultos no tienen amigos imaginados, y podía pasar que Maurice
desapareciera, saliera de viaje, o no quisiera dulces, y no volviera a jugar conmigo
porque tiene mucho qué hacer en su trabajo. No se me ocurría cómo decirle que no,
pero como él vive en mi cabeza y ahí es donde pienso las cosas, estoy seguro de que se
dio cuenta.
Como no lo hacía crecer, noté que Maurice había cambiado, ya no miraba al
armario, y tampoco salía a jugar en la tarde. Cuando le pregunté qué le pasaba, me dijo
que tenía un nuevo amigo, un amigo que él había imaginado. Para mí, era imposible
adivinar cómo se veía el nuevo amigo de Maurice. Cuando le pregunté por él, me dijo
que Thomás no era un niño, como nosotros, sino que era un poco mayor, lo suficiente
para imaginar una forma de abrir el armario, pero no tanto como para desaparecerse
cuando descubriera que era el amigo imaginado de un niño invisible.
— ¿Ya te dijo cómo abrir el armario? — Le pregunté.
— Thomas dice que no hace falta —me respondió—. Basta con esconder uno de
los dulces un poco después de que lo recibas, alegando que lo has perdido.
Cuando eso suceda, correrás a esconderte en el antejardín, contarás hasta
tres, y la criada te dará uno nuevo.
Al recibir el dulce de la tarde me sentí extraño. Pensé en el plan de Thomás y salí
al antejardín a esperar por el dulce nuevo. Escondí el dulce y conté hasta tres: uno, dos,
tres. Cuando regresé, vi que Maurice y Thomás trataban de abrir el armario, y les grité:
— ¡Cuando llegue mamá sabremos cuál de los dos es el amigo imaginado!

En busca de un abrazo

Por: Edison David Ramírez Serna
Temática Libre

Ayer ella salió temprano, bien de madrugada, casi desnuda, vestida de cobre y de silbido.
Con rapidez extraordinaria, recorrió barrios enteros, plazas, avenidas. Por malas lenguas
se sabe que ella no encontró a nadie que abrazara su corazón pequeño, su corazón de
pólvora, ni a las siete ni a la una, ni a las tres ni a las cuatro.

A las siete de la noche, El Colombiano, El Espectador, El Tiempo, y en fin, un sinnúmero
de periódicos nacionales e internacionales publicaron en sus columnas un extraordinario
anuncio emitido por el gobernador de Antioquia, el cual, sin alteraciones de ningún tipo,
decía lo siguiente:

‘‘Hoy, 20 de julio de 2019, ha ocurrido algo increíble, una bala se ha suicidado en el rio Medellín, al parecer ella había salido por la mañana, buscando como todos nosotros, un poquito de calor, pero nadie,óigase bien, nadie, ni en el norte ni en el sur, ni en el oriente ni en el occidente, nadie, en la zona metropolitana del Valle de Aburrá, quiso pararse, dos o tres segundos, para darle por decoro, un pequeño abrazo’’.

Naufragio

Por:Michael Sebastian Franco Molina
Temática libre

Aunque casi ahogado, el náufrago aún podía nadar; había caído nuevamente de su
embarcación, pero esta vez tanta experiencia en tropiezos no fue de ayuda, pues
definitivamente había perdido su nave y a su amada. Tras días en el océano de
sucesos encontró una isla que era imposible no destacar: tenía una playa hermosa,
palmeras y colinas que nadie más había presenciado antes, pero pensaba que
podía ser una alucinación tras tanto tiempo bajo el sol.

El recuerdo de su amada no había abandonado su mente para el momento en que
la isla se había convertido en su nuevo hogar: la casa de paz. Con ese mismo
pensar se daba cuenta que la isla y su esposa perdida tenían más en común de lo
que alguien podría suponer, pues ambas traían serenidad y tranquilidad a su vida,
ambas le causaban un brillo en los ojos, y ambas le protegían, incluso cuando el
náufrago solía hacerles daño. La isla, al igual a como solía ser su esposa, siempre
estaba ahí para él y con él. Eventualmente recordaba la promesa que había hecho a
su esposa, casualmente el mismo día de su unión; irían a la playa para su
aniversario, pero lamentablemente, ella ya no estaba entre sus brazos.

Pasaban los días y así pasaron meses, hasta medio año. El náufrago alucinaba con
quien fue su amada, seguramente no fue el mejor hombre si la hirió tantas veces, al
igual que con aquella isla que representaba su salvación a la cual le arruinaba el
paisaje trazado por la arena, las hojas y el agua salada que arremetía en la playa.

Muchas veces pudo salir de allí, cualquiera de los barcos que pasaban podía llevarlo
consigo hasta tierra firme, y empezaría su vida nuevamente. Tal vez nunca lo hizo
por estar alucinando o por esperar a que su amada apareciera en aquella isla,
buscándolo. Y aunque había más islas en el archipiélago, nunca pudo alejar su
mirada de aquella que había sido su salvación y a su vez su perdición; en donde
había resultado su naufragio.

Hache de soledad

Por: Ricardo Jota
Temática libre


Pasada la madrugada decidió dejar de fingir que dormía y se levantó. Lo hizo con
la brusquedad exacta que indicaba que quería despertarme (o al menos
incomodarme) pero sin tener el coraje de hacerlo en serio. Yo también fingía.
Permanecí en ese colchón fingiendo que seguía durmiendo imperturbable, que no
lo escuchaba ni veía. Pero no era así. Nítido como el pasillo, el comedor y la lámpara
que se alcanzaban a ver desde la puerta entreabierta de la habitación, lo veía a él
moverse de un lado para otro en un mar de nervios. Mi amigo imaginario se había
levantado sumido en una crisis existencial. Los años le habían pasado como si nada
y ahora, tan viejo y quizás hasta más solo de lo que yo era, repensaba una y otra
vez su vida para encontrarla vacía y sin objeto.
Había esperado a que llegara la mañana para poder llamar a alguien que le
escuchara sus penas. Siempre era lo mismo, aguardaba replicar el silencio del
teléfono un par de veces antes de que nadie le contestara al otro lado para
comenzar a desahogarse. Por más que yo fingía no escucharlo sabía que hablaba
de mí, se quejaba de lo muy atrapado que se sentía a mi lado. De la vida que le
daba. Con la práctica ya había logrado armar toda una retahíla que rezaba como de
memoria, gimoteando sobre tanto alcohol y tantas drogas que me metía con mi tarde
infinita y mi pared blanca. Denunciaba, un poco como alardeando la poética de su
conclusión, que yo me quedaba contemplando la soledad como si fuese arte.
Él era el último de mis amigos. Quizás tenía razón. A lo mejor la soledad me sentaba
tan bien que ya no me hacía falta ni siquiera escuchar o ver lo que no se puede
encontrar. Pero así no era Hache, mi amigo imaginario, que tanta falta le hacía
desahogarse. El pobre estaba tan loco que fingía usar el teléfono para poder hablar
con alguien.

El amor estrellado

Por:Manuela Lopera Maya
Temática libre

El firmamento es el amor y las estrellas las oportunidades de encendernos haciéndonos llegar
hasta lo más alto. Las estrellas serían las personas, estas irradian luz, pero pocas nos
cautivan, logran llamar nuestra atención y de esas nos enamoramos. Vale aclarar que existen
varios tipos de estrellas, unas nos enamoran y otras son el efecto de haber amado:
Las estrellas resplandecientes: las típicas historias de amor donde los dos están entregados
y se complementan ambos andan disfrutando y destilando amor, son las estrellas que más
irradian, dejan felicidad por donde pasan.
Estrellas detonadas: explotaron de tanto amor acumulado, no pudieron ser correspondidas y
no sabían qué hacer con tanto para dar y explotan pasando a convertirsen en polvo estelar.
Estrellas de mar: decepcionada o a disgusto con su firmamento deciden bajarse para no
brillar y se convierten en adornos de maravilla, pero solo adornan, andan por olas y olas,
deambulando por la vida, libres y sin cautivar. Solo acompañan en ratos de soledad.
Estregas fugaces: rápidas, son historias cortas, pero con clímax demasiado interesantes, se
convierten en nuestros mayores deseos, son las que nos inspiran a ratos y nos iluminan un
poco para sacarnos de la oscuridad.
Estrellas intermitentes: estas están en un constante despliegue de deseos, pero aún no se
han logrado encender completamente, piensan que es la oportunidad para enamorarse, pero
las ganas se acaban en el camino, estas prenden y apagan por momentos, están abiertas a
esa posibilidad, tan sólo están esperando la indicada para poder resplandecer eternamente.
Las estrellas muertas: para mí son las más especiales ya que me convertí en una de estas,
porque un amor tan lindo, pero tan imposible me dejo sin ganas de volver amar. Estas deciden
morirse y no volver a brillar y pasan a convertirse en lo que llamamos agujeros negros, nada
escapa de ellas, atraen demasiadas cosas, están llenas de cosas, pero se no se les pueden
ver nada porque sus corazones están vacíos.
En el firmamento encontramos miles de estrellas, cada una con una energía especial y en
particular algunas nos atraen, pero tan solo una nos enamora verdaderamente y ahí es
cuando hacemos resplandecer el universo.

De las sombras a la luz.

Por:Carlos Enrique Gomez Cortes
Temática libre 


Era de noche, Ilan paseaba por las calles, el cielo estaba nublado y la oscuridad era
penetrante, rodeado de sombras que estaban ahí, ignorando su presencia, era perturbador
para Ilan y odiaba con todas sus fuerzas vivir así, pasaba días enteros tratando de huir,
pero este mundo parecía no tener fin. Un día, caminando resignado a vivir así, Ilan
arrastraba con suaves patadas una roca, llevaba así ya varios metros, cuando en un
estruendo la roca se ilumina y se rompe de repente, no se enteraba de lo que sucedía, miró,
era un árbol de unos 15 metros que había crecido de la roca, era hermoso, y a su alrededor
bajo su follaje creaba un ecosistema libre de sombras, con ardillas, aves y mariposas de
colores merodeando, era un paisaje que no recordaba haberlo vivido antes. En el tronco
del árbol había un espejo, cuando Ilian este se acercó pudo notar que no era un espejo
normal, al otro lado se veía una Joven, no podía parar de mirarla, su cabellera era tan negra
y larga que las noches de invierno tenían envidia, su piel era blanca y su mejillas un
atardecer en primavera, sus ojos negros y profundos, parecían hechos para acelerar su
corazón, y su boca rosada, perfecta y hermosa como pétalos de cerezo cayendo sobre la
nieve, era tan pequeña y delicada, que sentía la necesidad de protegerla, y su sonrisa y
actitud hacia que Ilan se sintiese como si no necesitara nada más en el mundo. Al cruzar
sus miradas, Ilan aparta tímido la vista, su corazón se aceleró tanto que pensó que moriría.
Hablaron durante mucho tiempo, para Ilan ese árbol se convirtió en su lugar favorito, tanto
que no quería irse de allí y siempre estaba esperando a la bella Joven bajo el árbol, el
mundo de ella era diferente, no existían sombras ni oscuridad y eso le impresionaba. Un
día, en medio de una de sus conversaciones, Allusia repentinamente se pone seria y
empieza a contar sobre su mundo, como, aunque él lo percibiera hermoso, ella siempre
estaba luchando contra las sombras, y él debía hacer lo mismo, que ese árbol no era todo
lo que había por explorar, y si quería llegar a verle de nuevo, tendría que salir a luchar,
terminado de hablar, se convierte su imagen en un espejo común e Ilan solo pudo ver el
reflejo de su triste rostro. Muchos días pasaron para que Ilan se decidiera a salir de la
sombra del árbol, solo los recuerdos de Allusia lo motivaron y un día salió con mucha
motivación. Pasó mucho tiempo de lucha constante contra las sombras y cuando su mundo
estaba casi libre de oscuridad, ve una sombra a lo lejos, al pie de una persona que dormía
bajo un árbol, por lo que Ilan va a su rescate, al derrotar a la sombra, gira su vista hacia la
persona que dormía, era Allusia, tan hermosa como la recordaba, mientras ella se estiraba
con un quejido abrió los ojos, a lo que Ilan dijo – Te he encontrado, y ella respondió – Pensé
que llegarías antes, te he estado esperando.

MI GUADALUPE

Por:Ilda Luz Agudelo Ceballos
Temática libre


Mi Guadalupe, o mejor, mi Lupe del alma. No sabes cuánto te amo mi pequeña niña juguetona y
traviesa, a quien escribo hoy para pedirle perdón.
Cada carta tuya, te aseguro, la pude leer. En muchas ocasiones, pensé en tus ganas de saber quién
y cómo era ese Papá Noel de quien tanto te hablaban, saber si existía ese hombre de barba blanca
y larga a quien enviabas cartas cada año en espera que cumpliera tus deseos o sueños.
Vi tú felicidad el 25 de diciembre al destapar tú regalo y ver la muñeca que tanto deseabas. Sin darte
cuenta, al pasar por una tienda de juguetes, llevándote de la mano, con gran felicidad la señalaste
y me comentaste ¡es la que le quiero pedir a Papa Noel! Y pensé: ¡este regalo, es la mejor
recompensa a una gran hija!, aunque los tiempos no fueran los mejores.
El 26 de diciembre, como una niña inquieta te levantaste con tú nuevo juguete y dijiste con fuerte e
imponente voz: mamá, ¡quiero conocer a Papa Noel! Te contesté: ¡él está en los corazones de los
niños que sueñan y hacen las cosas bien! Desde ese momento, empezaste a enviarle cartas llenas
de una gran fantasía con el fin de lograr conocerlo, me sorprendía tu imaginación, por eso, vigilaba
que cada cosa que escribieras no fueran líneas de algo que de verdad cumplieras, ya que estaban
llenas de maldad.
La del 8 de enero, fue la más cruel; le escribiste a Papá Noel manifestando que, si él no llegaba a
tú habitación, tomarías un cojín y lo pondrías en el rostro de tu hermano Tomás. No podía creer tal
horror y, peor aún, que fueran letras de mi hija. Desde ese momento, no me separé cada noche de
ti y de tú hermano, vigilando que nada de eso pasara. O como en otra carta, en la que le expresaste
molesta dado que no te respondía, cómo sacrificarías a Luna tu gata en agua caliente.
Sé que me culpaste de tus rabias y tristezas. Que todos a tu alrededor éramos parte de esa historia
que, aunque atroz, era tu alma manifestando tanto dolor, pues tu padre no estaba con nosotros.
Llegué al punto de aterrorizarme por tus escritos y a pensar: ¡mi hija es un monstruo! O quizás, solo
se trataba de un reto para saber a sus ocho años, en medio de su inocencia, quién era ese hombre
de traje rojo. Sin embargo, al entrar a casa el 1 de febrero, verte tirada en el suelo con lágrimas
escurriendo por tu pequeño y hermoso rostro, a tus pies la muñeca soñada destruida en pedazos,
entendí que ya tenía que parar el odio que se estaba creando en ti, y más, al escuchar tu grito
desesperado y lleno de dolor: ¡Papá Noel no existe mamá!
Hoy, 6 de marzo, lamento no haber contenido tú imaginación, ya que todo esto te llevó a estar en
ese cuarto de cuatro paredes blancas y solitarias donde me tocó dejarte, una locura de la cual soy
culpable por no parar esas cartas con la verdad; nuevamente, te pido perdón mi Guadalupe y sé
que es tarde para decirte que Papá Noel soy yo, pero quiero pensar que existe y él sabe que mi hija
lo necesita.

RÉQUIEM

Por:Manuela Ardila Ospina
Temática libre

Entonces, el pequeño Wilson se volvió a cubrir, hoy no saldría de la cama, había demasiadas cosas que hacer, un mundo por considerar y él estaba demasiado cansado para pensarlo. 7:23, hoy no hay alarma. 
Son solo las 9, volvé a dormir.  
Tienes cinco minutos más, tienes una hora más, la alarma no va a sonar. Nadie te espera, nada te obliga, vuelve a dormir, ni las 11 son todavía. 15:36. Estás famélico, tu cuerpo sigue siendo una obligación. La comida es insípida, pero calma el ardor. Tenés que comprar algo mejor.
 Buscas algo, cualquier cosa, pero la televisión es un asco, las series ya no entretienen y los libros no atrapas; tampoco es que estés para hablar con alguien. Hace mucho no estás para nada, hace ya demasiado tiempo las obligaciones se fueron y con ellas las ganas, hace ya un buen tiempo el sin sabor apareció, el malestar en la espada y el reflujo se agravó y la sensación, esa jodida sensación, volvió; el sentir el pasar de los días en un cuerpo que solo envejece.  
De vuelta a tu cuarto, unos ojos te devuelven la mirada, juras que se parece un poco a los de tu abuelo, por lo menos el cansancio y el hastío permanecen en aquellos ojos; pero la imagen es grotesca, un cuerpo de 21 años no debería cargarlos. No me prestas mayor atención. Sospechas que tu celular está en el clóset, ahí lo dejaste la última vez, consideras cogerlo, mirar si algún amigo se acordó de ti, si quizás ya hay respuesta de alguna mediocre oferta de trabajo o si tu madre otra vez está histérica. Desistes de inmediato, todos tus amigos desaparecieron luego del primer mes de ocio y aquellos que considerabas hermanos los echaste luego del segundo.  
Sabes que con seguridad nadie va a invitarte a salir hoy, con seguridad ni en esos trabajos quieren explotarte, con seguridad tú hermana ya ha tranquilizado a tu madre. Con toda seguridad tú celular lleva varios días descargado. 
Lo intentas de nuevo, tratas con todas tus fuerzas meterte a bañar, una ducha suena bien, pero después de mucho pensarlo te vuelves a meter a tu cama. No le encontraste ningún sentido a organizarte.  De cerca, mis ojos vuelven a observarte esta vez postrado en tu cama y lo sé, ahí agonizan mis ganas, se trucan mis sueños y se desgasta mi cuerpo. Pero ahí, sobre las húmedas y raídas sábanas descansa mi libertad. Que descanse en paz.  

A PESAR DE TODO

Por:Juan Carlos Banquez Cabarcas
Temática libre



Ella sonreía sin miedo, no quedaba un atisbo de duda, cerró los ojos y lentamente
se sumergió, era frio, espeso, y pensó para sí que lo mejor que podía hacer era
llamar a quien le esperaba, perezosamente tecleó los números en el aparato,
presionó un botón y luego de 3 amagos que le parecieron eternos, él contestó.

Hacía mucho que ella no oía la voz de él, sonaba feliz; tenía una esposa, no cabía
duda, pero no fue capaz de contestarle, de enfrentarse al significado de las
risotadas y voces melosas de fondo; pero él lo entendió, alguna vez pactaron que
si volvían a llamarse, pero sin una pizca de valentía, el otro haría lo necesario para
conversar, él le conto sus penares, sus alegrías y los sueños que pudo solucionar
ahora y que antes se le hacía casi imposible cumplir; a ella se le antojaban esas
palabras como una bocanada de agua fresca.

Ahora que solo estaba a un palmo de hundirse, se aventuró a decirle que ella
estaba bien, que nunca había estado mejor, a pesar de que su silencio le hizo
saber a el que no era cierto, pero está bien, las despedidas son necesarias para
dar comienzo a nuevas experiencias. Antes de colgar, ella pronunció su típico y
melodioso gracias.

Luego de colgar, se encontró a si misma repasando en su mente cada uno de los
maravillosos momentos que compartieron. Se sentía feliz y tranquila de saber que
él estaría bien con su partida, el que él recordara aquel pequeño juramento que se
hicieron al partir le había dejado en claro que a pesar de todo él siempre le iba a
amar.

ERES.

Por:Marcos Jose Gomez Santoya
Temática Libre

Eres el viento que me abraza, cuando me siento solo
Eres el canto de las aves que me acompaña durante las madrugadas y el café que me reconforta
en los días agotadores,
Eres la esperanza de mi lucha,
Eres la ventana que se cierra en noches tormentosas, y la puerta que se abre cuando el mundo es
un infierno.
Eres la cerveza que bebo, la música que escucho y el cigarrillo que no levanto de la cajetilla
Eres mis ganas de vivir, mi imaginación,
Eres la pasión que mueve mis sueños y mi razón de existir, mis ganas de estar en pie y seguir
peleando,
Eres lo que me mantiene fuerte y débil en todo momento, eres mi sonrisa, y la causa de mi llanto.
Eres mis sentimientos y mi humildad,
Eres el aire que llena sus pulmones de vida, y el agua que los ahoga,
Eres el viejo Rasputin, acompañándome a la esquina de la calle a coger el bus para ir a Cartagena,
Eres la luz que ilumina mis ojos sollozos, al escribir este poema.
Eres Beethoven, saltando y corriendo por todos lados,
Eres el sol que se oculta y la luna que se levanta en una noche incomprensible,
Eres la alarma, que me despierta todos los días a las seis de la mañana para ir a estudiar,
Eres la columna que me sostiene, cuando no puedo más.
Eres la música ranchera que ponen en el bar de abajo y las botellas de whisky en cada mesa,
Eres los días de paz, eres mis gritos y mi calma,
Eres la vida, que dura poco,
Eres la eternidad, que vivirá por siempre.
Eres su más grande amigo y su peor alcahueta.
Eres su todo, siempre serás su todo,
Eres su corazón, sus oraciones y sus suplicas,
Eres el amor más grande de su vida, y su más íntimo confidente,
Eres el vacío, que ha quedado en su interior.
Eres la lágrima que rodea nuestro rostro, al mirar el celular y saber que no llamaras más.

Eres todo aquello que extrañamos, cada día de nuestra vida.
-Tu Hijo, Marcos Gómez S.

Despertadores: Asesinos de Utopías.

Por: Andrés Alejandro Isaza Restrepo
Temática libre

Incoherente, amañado, pero perfecto. Aquí es fácil encontrar el amor, las balas no
existen, las guerras son de abrazos, llueve en los desiertos, los únicos robos son de
besos, por las pequeñas rendijas de los edificios crecen flores de todos los colores,
aquí los sueños se cumplen. Este mundo está por terminar, siempre se supo que
tendría un fin. Antes de empezar, aquel creador casi accidental, citó una fecha, un
momento en el cual todo terminaría.
En aquel mundo, las utopías se cumplen, no existe el hambre, no hay dolor, no hay
guerras, todo es felicidad, los humanos conviven perfectamente con la naturaleza.
Pero ese mundo terminará en breve.
Cinco, cuatro, tres...
Todo se mezcla, dos mundos se funden en un solo por unos instantes, un nuevo
mundo termina por engullir al anterior. La cita se ha cumplido.
El reloj despertador suena aún sobre la mesa. Quien hace seis horas fuera el
creador y protagonista de aquel mundo mágico levanta la cabeza del teclado donde
antes se durmió, apaga el despertador y se dirige hacia la ducha quedando toda la
magia de aquel mundo en un vago recuerdo.

Cinco veintiocho.

Por: Jose Ricardo Lopez Gomez
Temática libre

Terminó por despertarme su voz insistente, impaciente, me decía una y otra vez
–cinco veintiocho–. –Sí má, le entendí– le dije. Me sentí desconcertado;
claramente se trataba de un mensaje cifrado que me obligaba a interpretar de
inmediato, aunque me ganó el regocijo de su comunicación telefónica, daría todo
por esto, por escucharla, verla, tocarla.
Me quedé en su recuerdo resonante, sólo días después comencé por desmenuzar
la situación. ¿Por qué por teléfono, tan insistente y alterada, qué urgencia oculta
tenía el mensaje?; ¿sería una fecha?, ¿me está advirtiendo algo?... debo
cuidarme, ¿de qué? o ¿de quién?; ¿un número para apostar?, lo mantuve en
secreto, obvio. ¿O será algo que pasó el año pasado? Y si comparto el número
con mis hermanos… ¿será para eso que me lo dijo?, pero cómo regalar la suerte,
luego no gano nada por bobo, o no gano por egoísta; quizás lo deba compartir,
pero no apostar yo para no dañar la suerte. No lo diré a nadie, –decidí–. Baloto,
loterías, apuestas, astro sol, astro luna, por todo lado intenté; para apuestas de
cuatro cifras le antepuse el cero porque dijo 5 que es igual a 05; o el 1 porque Dios
es uno, ella es uno y yo soy uno, ¿no?; o el 8 porque horizontal es el infinito,
donde está ahora.
Era marzo y faltaba una eternidad para la fecha, si era una fecha, me carcomía la
ansiedad. Y de pronto… creo que mi sobrino cumple años ese día, tendría que ser
discreto para averiguarlo; mi hermana mayor me lo confirmó, no podía decir nada,
no quería alarmarla ni revelar el mensaje de mi mamá. Y no ganaba. Y llegó el 28
de mayo y no pasó nada. Revisé mi agenda del año pasado por esos días finales
de mayo ¿qué pasó, qué pista pudiera encontrar? Fue lunes, salí de la oficina a
las 5:00 pm y fui directo a casa, llegué justo para ayudarla a llegar hasta el baño;
casi no podía sostenerse en pie, ni en su dignidad de mujer; temblorosa,
desmadejada y bañada en sudor regresamos a su cama. –Me miró suplicante–,
rendida por la enfermedad y la inclemencia de los años, me pidió que le ayudara a
rogarle a Dios que se la llevara, que su vida ya no tenía sentido, –impávido, sin
aliento, sin dudar dije sí– como el mayor acto de desprendimiento y amor que

sería capaz. Quizás a eso se refería en mi sueño, nueve meses después de su
muerte… o quizás no.

PEQUEÑOS OJOS

Por: Alejandra Nataly Velasquez Moreano
Temática libre

Esa tarde efímera en la que Selene contemplaba aquella pared, la pintura
presentada le hacía pensar – ¿qué se siente ser libre?,¿dónde se encontraría ese
lugar?, esa pintura que mostraba un lugar lleno de paz y tranquilidad, repleto de
vida y colores. Pero ella solo estaba ahí en esa jaula, que por muy engalanada
que estuviera, oprimía su libertad, ¡pero no, no se daría por vencida!, conocería
ese lugar.
Y esa tarde fría donde el viento se colaba por sus plumas se presentó la
oportunidad, y pensó - ¿por fin sucederá?,¿ocurrirá?; emocionada dio unos pasos
hacia la puerta y abrió sus alas, alzo el vuelo; ¡por fin era libre!, no lo podía creer y
con eso, solo se fue de ese mísero lugar. Emprendió su búsqueda, pero al ir
adentrándose en esa búsqueda, se encuentra con una humanidad cruel, la cual
destruye y lastima sin pensar en su entorno, en cuantos seres sufren la perdida de
familiares, de sus hogares, solo por la villanía y la ambición de la humanidad;
entonces se plantea en ayudar a estos seres y aplazar su búsqueda. Un día se
encuentra con una monstruosa escena, un vil humano lastimaba y abandonaba a
un pequeño gato; nuestra amiga entra a defender a este ser, pero en el intento
sale muy lastimada y piensa que es su fin, que no llegara a conocer el hermoso
lugar de la pintura y con esto pierde la conciencia.
Al despertar se encuentra con unos hermosos ojos, que estaban pendientes de su
despertar, estos bellos ojos le pertenecían a una pequeña niña, la cual encontró y
ayudo a Selene, está pequeña hace que nuestra querida e intrépida ave,
encuentre un pequeño rayo de esperanza en la humanidad.
Así Selene emprende un nuevo viaje, el cual consistía en seguir ayudando, pero
esta vez no lo haría sola, porque tenía unos hermosos ojos que le ayudarían y en
esos ojos - ¡esos pequeños!, encontró la bondad y un nuevo anhelo. Allí encontró
la libertad de su espíritu.

El Mundo De Arriba

Por:Nicolas Alejandro Montes Suescun
Temática libre


Él era Wamán, niño inquieto y sonriente, de oscura piel y pelo liso, tal vez mal vestido,
tal vez desarreglado, hijo de un pueblo indígena situado en el centro-occidente de
Antioquia, los Embera. Quien junto a su padre y gracias a Dios, al destino, a Karagabí,
a Humantahú, a alguna organización cultural y esencialmente al permiso del Jaibaná,
emprendieron un viaje para compartir uno de sus tesoros ancestrales más
significativo, su lengua.
Para llegar al centro del país, lugar donde se celebraría el primer festival étnico, era
necesario atravesar de extremo a extremo todo el territorio Colombiano. Al llegar al
aeropuerto y tras verlos dudosos, se les acercó una joven con evidente intención de
ayudar y que en su chaleco reflectante se podía ver que alguna relación debía tener
con el aeropuerto. Con toda diligencia entregaron documentos, fotocopias y un mar de
papeles más. Ese titubeo era de esperarse, a ellos que les hablen de cultivar maíz,
arroz o yuca, que les hablen de la luna o de la cosecha, no de buscar taxis, ni de dar
direcciones y menos de hacer check-in. Llegó la hora y los altavoces indicaron que
debían abordar. El padre se levantó, caminó y pasos más adelante notó que Wamán
no estaba, regresó a buscarlo y lo encontró sentado, casi que inmóvil, sin pronunciar
palabra, con una mirada perdida como viendo cara a cara a la muerte. Antes de que
su padre pronunciara palabra alguna, << no voy >> dijo el niño, << ¿Qué ocurre? >>
preguntó el padre desconcertado. Después de un corto silencio, respondió
nuevamente el niño con más firmeza, << ¡no voy! >>.
!Qué ironía¡ el avión partió sin ellos, todo el papeleo, los taxis, las direcciones y el
check-in tirados a la basura, casi tan irónico como que Wamán signifique halcón.
El padre impotente, enojado, incrédulo y con absoluta resignación, se sentó.
Había olvidado lo más importante que le enseñó a su hijo, sus creencias. Para el
pueblo Embera, el mundo que conocemos se divide en tres submundos, el primero,
conocido como el de abajo, que es donde están las personas, el intermedio, donde
viven espíritus como el de la naturaleza o del agua, y por último, está el mundo de
arriba, donde habitan los espíritus de los muertos y donde claramente Wamán no
quería llegar. Lo que para alguien simplemente fuera un viaje más, para Wamán fue
una decisión de vida o muerte.

El Hombre Verde

Por: Hanna Lucieth Bohórquez Alzate
Temática libre

Resonaban en las paredes el sentido pésame de un viejo cadáver.

Fueron muchos años de ir y venir en las redes cibernéticas. Numerosos artículos de
Greenpeace, WWF y BBC dejaban en evidencia su desmedida angustia por el
medio ambiente, acompañado siempre por reflexiones apocalípticas sobre el cambio
climático que adornaban su mesita de noche. El hombre verde, no salía de su casa
por amaño a la rutina, por qué pensar siquiera en cruzar la puerta si la pantalla
reflejaba bosques y praderas que daban cabida a escenarios idílicos.

El día sucedía común, camisa curtida, sudadera negra, las ventanas cerradas
bloqueaban el incesante ruido citadino. Ya se acercaba la hora de su quinta sesión
de retuits.

Tal vez fue la barba que ajustaba meses, o el parche negro en sus lentes, que no
le permitió ver el arácnido huésped que subía por su entrepierna.

Un pájaro galopin cantaba en su último click.

Tarde de Ensueño

Por:Lina Maria Vargas Correa
Temática libre

Ella estaba sentada en su lugar favorito, un pequeño claro del bosque, cerca de la
cabaña donde vivía, era un día soleado pero aun así, una suave brisa acariciaba su
piel, agitaba su cabello y removía las hojas de los árboles que la rodeaban. Amaba
estar en ese lugar, sentía una paz absoluta en medio de aquel silencio solo
perturbado por el canto de las aves.
Escribía en su diario los acontecimientos del día anterior y como siempre la mayor
parte de su relato consistía en describir sus pensamientos y sentimientos por él, allí
podía expresar abiertamente lo que no podía en voz alta, ¡si tan solo pudiera
decírselo contemplando su rostro, con la misma facilidad con la que lo escribía!
Mientras transcribía una a una sus emociones en aquellas páginas, una sombra
obscurecía su libreta, al levantar su cabeza para ver qué pasaba, sus ojos se
encontraron con la luz de unos ojos marrón que la miraban fijamente, aquellos ojos
que ocupaban la mayoría de sus sueños y pensamientos, él tomó su mano para
ayudarla a levantarse, tropezó y cayó en sus brazos, su cuerpo se resistía a alejarse
y lo hizo solo para ver de nuevo sus ojos.
En un impulso de valentía, que solo le alcanzó para un susurro, le dijo que lo amaba,
para recibir por respuesta un beso...el más dulce y apasionado beso que jamás
había recibido, sentía que sus rodillas cedían al peso de su propio cuerpo, que sus
entrañas se estremecían, sentía espasmos en cada rincón de su ser.
Se encontraba perdida en el tiempo y en el espacio, entregada a aquel ensueño,
cuando llegó a sus oídos un lejano sonido, un pipipipí pipipipí que la trajo de vuelta,
giró en su cama, tomó el celular “5:00 a.m.”, hora de levantarse.

GANADORES

VII Concurso de Cuento Corto U.N. en la Web Puesto y categoría Cuento Autor Primer puesto: temática libre Reencarnación...